Solíamos tener eternas conversaciones bajo la luz de una pantalla titilante. Lo conocí cuando estaba dejando mis tacones de plata y mi artificial iris azul de princesita burguesa. Recuerdo exactamente la posicición en la que se encontraba en esa vieja silla de la estación de buses, cuando su autismo preadolescente vio mis ojos en los suyos por primera vez. Por él conocí nuevas palabras. En la banca de un parque me dejó una cinta que rezaba 'dalí' y entonces ví nuevos colores. Fuí una discípula silente de sus descubrimientos literarios, guardé una a una sus cartas, y crónicas y poemas, y cantos, y sonetos, y llanto, llegué a Cortázar por su culpa, por su maldita culpa, formó en mí algo que sólo entendí años después en un frío claustro, cuando un profesor barbado hablaba del 'eterno retorno', de la mandála, del Almotasim...
Hoy, cuando hemos perdido lo que fuimos, aparece súbito su verbo para susurrarme...
"Me gusta tu ligereza substancial.... amo tu vacío, disfruto mucho tu nihilismo deforme e inconsciente... adoro que no te esfuerces por tener convencimientos profundos y sin embargo entiendas muy bien cosas graves de este maldito mundo.....pero no eres una mujer para mí, no y no, sencillamente porque
de tu alma fue mutilada esa facultad natural y trascendente otorgada a la naturaleza femenina que es el poder entregarse a un hombre con todo su ser.... esa capacidad de inocencia angelical de permitir que el amor y la admiración a un hombre penetre hasta los lugares más profundos de su ser.... sencillamente de amar como lo hacen las grandes almas: ¡¡amar en la oscuridad!!"
Maldecirlo siempre será mi forma de demostrarle mi mas tierno afecto.
